me he dado cuenta de que en los últimos años me he desecho de un montón de ropa que hoy me podría poner perfectamente, a saber:
unos pantalones azulmarino con florecitas blancas de tela resbalosa (de esa que cuando te sientas en el autobús tienes que apoyar los pies en el asiento de delante para no romperte la crisma cada vez que se ilumina el letrero de "parada solicitada") como éstos:
un vestido campero de florecitas rosas, monísimo, vaporoso, en plan Reese Witherspoon en "Sweet home Alabama" (de la parte de la peli en que ella está en Alabama, claro):
un peto vaquero, unos zuecos negros altísimos y comodísimos, unas botas camperas, mis faldas largas y vaporosas, unos vaqueros rotos y cosidos, y vueltos a romper y vueltos a coser y así muchas veces hasta que mi madre dijo que no remendaba más esos pantalones.
Pero de esa época todavía conservo otras cosas con mucho cariño: a mis amigos y un montón de recuerdos estupendos, mi cazadora vaquera y mis zuecos.
Y todo esto viene porque me he apuntado a clases de inglés y mi profesor hoy me ha dicho que aunque lo hablo bien, no entiendo nada (terrible listening, terrible) y como tarea me ha mandado ver la televisión en inglés para "acostumbrar" el oído. Así que hoy en cuanto he llegado a casa he recuperado todas las temporadas de Friends desde el primer capítulo cuando llega Rachel vestida de novia al Central Perk, y al ver los estilismos de ese capítulo me he acordado de esas cosas que ya no tengo y de las que todavía conservo, pues eso, que de aquellos lodos vienen estos fangos...